DEspuéS Del TERReMOTO DE 1755
1755 marca para Lisboa una época de desarrollo. El terremoto (del día 1 de Noviembre, Día de Todos los Santos, a las 10h), y el incendio que le siguió, devastaron dos tercios de la totalidad de las calles y destruyó tres mil casas de las veinte mil existentes.
El terremoto abarcó toda la zona de la Baixa, los barrios del Castillo y la zona del Carmo, es decir, las zonas más intensamente urbanizadas de la ciudad.
Para sustituirla nacería la Lisboa Pombalina, con un urbanismo sujeto a reglas fijas y de un carácter científico-pragmático que provoca admiración en todo el mundo. Su principal impulsor fue el Marqués de Pombal, el Primer Ministro del Rey D. José, asistido por los arquitectos e ingenieros, Manuel da Maia, Eugénio dos Santos y Carlos Mardel (1755-76).
El plan, sin duda innovador, se basa en una dirección planificada de las calles alineadas, cuyas opciones arquitectónicas se asientan en reglas de construcción, poniendo atención a conceptos básicos de resistencia a las acciones sísmicas.
El sistema urbanístico obedecía a trazados de ejes de composición en los que la simetría era tema obligatorio, intentando destacar en los extremos, monumentos o estatuas: la calle Augusta con el arco triunfal, a través del cual, en su eje, se colocó la estatua de D. José.
Pombal creó incentivos de interés para la nueva clase de la burguesía comercial.
Al norte de Rossio se abre el «Passeio Público»(1764), zona de recreo de la burguesia. Era un jardín vallado, con cascadas, lagos con fuentes y quioscos, que posteriormente se fue abriendo a las nuevas avenidas y a los futuros barrios construidos por una burguesía en alza.
A partir de 1780 aparece la iluminación pública de la ciudad y en 1801 las calles pasan a tener el nombre escrito visiblemente.